-Voy a tener que matarte.- dijo el que parecía mayor. Era de contextura robusta, pero en su rostro se veía el paso del tiempo. Su cabello y su barba crecidos eran muy blancos, pero no lo suficiente como para adivinar su verdadera edad.
-Lo sé. Que raro que manejes un concepto como el asesinato.- respondió el otro. Era casi tan robusto como aquel pero más joven.
-Prefiero llamarlo justicia.-
-Justicia. ¡Justicia!, por favor. Allí arriba son tan hipócritas... casi tanto como nosotros.-
-No matamos gente inocente.-
-Nuestra guerra privada ha matado mucha gente, muchos de ellos se han unido a nuestras filas. No es que me importe, pero te recuerdo que tú también estas implicado.-
Un frío helado recorrió la espalda del arcángel. Por un momento se sintió miserable, pero sabía que tenía un justificativo para todo lo que había hecho.
-Demasiados eones han pasado desde que comenzamos esto, creo que lo tomé muy personal.-
-Es raro pensar que empezamos del mismo lado. Pero luego me di cuenta de que... –
-¿De qué? Lo traicionaste, Él te dio todo y tu sólo tomaste lo que querías y te marchaste.-
-Por favor tu jefe no es tan distinto del mío, yo sólo opte por el que tenía mejor plan de retiro.-
En los ojos del arcángel pudo verse un fuego casi demencial. El demonio lo reconoció pero no se asustó; llevaban mucho tiempo enfrentándose como para empezar a temerle ahora. Con un movimiento rápido desplegó sus alas y dio un salto hacia atrás. El arcángel, aunque más viejo, tenía más experiencia en combate cuerpo a cuerpo y también desplegó sus alas. Se miraron, ya casi no recordaban el tiempo en que fueron amigos. Pero si sabían por qué habían dejado de serlo.
-Veo que te recuperaste desde nuestro último encuentro.- dijo el demonio.
-Las heridas no eran tan graves, y menos viniendo de ti.-
-Eres demasiado engreído para ser de los buenos.-
-No, sólo es que yo te enseñe todo lo que sabes.-
-Descuida, en todo este tiempo he aprendido trucos nuevos.-
-Me imagino que rodeado de tanta escoria habrás aprendido a jugar sucio.-
-Por favor arcángel, cuida tu lengua no querrás acabar condenando tu alma.-
-Hago lo que hago para evitárselo a muchas almas.-
-Sabes, todo esto pudo haberse evitado si tu jefe hubiera accedido a negociar.-
-No se negocia con almas.-
-Por favor ustedes necesitan que estén muertos para llevárselos; nosotros también. Pero esta guerra sólo hace que ambos lados desperdiciemos muchos recursos.-
-Ustedes buscan el alma como premio, nosotros queremos que se realicen como seres humanos, le damos libertad... –
-Libertad, pero siempre terminan eligiéndonos a nosotros. Ellos sienten que tu jefe los abandonó, pero simplemente jugó mal sus fichas.-
Ambos sabían que el tiempo para discutir amablemente había terminado, había concluido la rutina como siempre. Primero la charla en donde intercambiaban comentarios hirientes y luego la pelea. Aunque los dos defendían sus causas, en lo más profundo de su ser detestaban tener que enfrentarse. Por lo menos entre ellos dos. Es lógico de entender si nos remontamos al principio.
En el principio hubo caos y oscuridad, pero Dios dijo “Hágase la luz”. Y la luz se hizo, pero el caos y la oscuridad no desaparecieron, sólo se escondieron en los lugares en que la luz no pudiera alcanzarlos y esperaron. Y junto con ellos las criaturas que allí moraban.
El tiempo pasó y el hombre empezó a reinar sobre la tierra. Y poco a poco las criaturas oscuras empezaron a salir de sus escondites y tentar al hombre, al cual sabían débil. Así fue como empezaron a ganar terreno, pero cuando el Creador se dio cuenta de como sus hijos utilizaban la libertad que Él les había dado; envió a sus soldados para combatir a las criaturas del abismo. Y así fue como todo comenzó.
Los dos seres se contemplaban el uno al otro. Sobrevolaban una ciudad con grandes edificios; juntos habían visto crecer muchas ciudades como esas y juntos también las habían visto caer. Sus luchas poco afectaban a los mortales que vivían en esas ciudades, de hecho nunca se enteraban. Pero los resultados de las continuas batallas iban determinando el destino de la humanidad toda. Su eterna salvación…o su absoluta perdición.
-Qué tenemos esta vez? Un productor de seguros, una prostituta o vendedor de computadoras. Esos son fáciles.-
-Realmente te diviertes con esto verdad? No entiendes que terminas por arruinarles las vidas a estas personas.-
-Por Di… por un segundo casi me engañas. Por favor, tú le ofreces un tipo de salvación y yo otra. De hecho fue tu jefe el que creó la elección, no existiría nuestro camino si no fuese por Él, aunque no le guste reconocerlo…-
Otra vez ese fuego demencial ardía en los ojos del arcángel, pero sabía que eso lo delataba, así que hizo un gran esfuerzo y logró calmarse.
-Veo que estas cosas siguen molestándote, deberías aprender algo de nosotros, podrías actuar más impulsivamente, soltar tu ira de vez en cuando… yo estaré esperándote.-
-No voy a entrar en tu juego esta vez, tengo un alma que salvar.-
-Cierto, “un alma que salvar”, que bien que suena eso cuando tú lo dices, hasta casi me hace creerlo.-
El arcángel miró al demonio y no había odio en su mirada, podría decirse que esa mueca en su boca era casi un sonrisa. El demonio también miró al arcángel y ambos estuvieron en silencio por un instante incómodamente largo.
-Ups…pasó un ángel.- Dijo el demonio
Los dos estallaron en una carcajada, que parecía la de dos amigos fraternales compartiendo un buen momento de distensión. Sólo lo parecía.
Agradecería mucho sus comentarios, quizás si son favorables o críticas bienintencionadas, hasta me juegue y continúe la historia. Nos leemos
P.D.: Este texto se distribuye con licencia Creative Commons - Atribución-No Comercial-Sin Obras Derivadas 2.5 Argentina.
